domingo, 15 de septiembre de 2019

Fin de semana en Valencia

Este año no nos hemos ido de vacaciones como tal, aunque si que hemos hecho bastantes escapadas. En marzo fuimos un día a Madrid (tenéis los posts que escribí aquí y aquí) y este verano, hemos hecho dos escapadas a La Pineda. No escribí nada porque simplemente fue puro relax y juego en la playa. Eso si, mi madre le compro un disfraz de sirena a Susana y nos quedaron unas fotos super chulas. También hemos estado en el castillo de Olite, del que también os hablé aquí. Como seguíamos teniendo la espinita de ver algo más este verano, se nos ocurrió irnos a Valencia, que así podíamos ir a la playa y ver cosas. Nos fuimos con dos amigos más.

DÍA 1 (Viernes): El primer día lleguemos algo tarde (sobre las 19:00h) y lo primero que hicimos fue coger el apartamento. Ya lo teníamos reservado, pero teníamos que ir a buscar las llaves. El apartamento era una pasada y tenía de todo. La ducha tenía columna de hidromasaje y he descubierto que si o si quiero una para mi casa. Después de coger el apartamento y dejar todo el equipaje, nos fuimos al centro en coche. Para conducir es una ciudad malísima: rotondas de 6 carriles, la gente que no respeta las normas de circulación, 8 carriles que de repente pasan a 2 o 3... pero bueno, mi novio consiguió defenderse bastante bien. Bueno como decía, fuimos al centro y lo primero que hicimos fue tomar algo en un bar. Algo que me sorprendió mucho del bar donde estuvimos, es que las raciones iban al peso y las servían en un cucurucho. Se nos hizo de noche pero teníamos muchas ganas de ver cosas, así que cotilleemos un poquito la ciudad. Por último, nos entraron muchísimas ganas de ir a la playa (porque teníamos todo el finde tan completito que sabíamos que igual no teníamos otra oportunidad), así que fuimos a una playa que era super larga. Nos metimos en el agua y estaba super calentita. Susana se lo paso genial. Lleguemos al apartamento bastante tarde y básicamente nos hicimos la cena, nos bañemos y estuvimos un ratito de relax en el sofá.


























DÍA 2 (Sábado): Sin duda el día que menos paremos y más nos agotemos. Cuando nos despertamos, fuimos al Mercado Central. Nos sorprendió mucho lo barato que era y la calidad que había. Allí nos cogimos alguna cosilla para desayunar/almorzar. Empecemos a andar y nos encontremos con la Llotja de Mercaders que la visitamos, y después fuimos a la catedral de Valencia, que también la visitamos. Luego fuimos a comer y ya nos fuimos al Oceanographic y al Museo de las Ciencias. De estas últimas 4 cosas, os escribiré un post por separado. A la salida del Oceanographic, había puestos de gente vendiendo horchata y estaba riquísima. También había un puesto de mazorcas que estaban brutales. Volvimos al apartamento a cenar y nos fuimos otra vez a la playa a tomarnos algo. No se como, salimos de la ciudad y acabemos en lo que creemos que era un pueblecito buscando una horchatería. Se llamaba Horchateria Tony y además de horchata, tenían unos helados buenísimos. Yo me cogí el de horchata por supuesto y Susana de kinder. Esa noche no nos metimos en la playa porque estábamos super cansados.

















DÍA 3 (Domingo): Estábamos tan cansados del día anterior y tuvimos que dejar el apartamento tan tarde, que fuimos al centro para seguir viendo cosas pero nos peguemos casi toda la mañana en un bar de tapeo. Como no queríamos desaprovechar la mañana del todo, fuimos a ver la fachada de la casa judía y volvimos a pasar por sitios donde estuvimos el primer día de noche. Algo que nos encanto, es que esta todo el centro y de una cosa a otra tampoco hay mucha distancia. Nos fuimos a comer a un buffet chino que os juro que no volvería. Al tiempo de ir a pagar (osea, ya habíamos comido), vimos que había veneno para cucarachas por todo el restaurante y me dio bastante asco. Después de comer fuimos a ver el Bioparc que nos encanto (también os hablaré en otro post de el) y cuando salimos de allí, fuimos otra vez al centro. Allí vimos la fachada del Museo Nacional de Cerámica que es super bonita y fuimos a la horchatería Santa Catalina, con dos siglos de tradición. Por último, justo antes de irnos, nos cogimos unas patatas con alioli en cono en un puesto que había bastante cerquita de la horchatería. Aunque no me lo cogí, al lado había una tienda de gofres que tenían una pinta estupenda  y la verdad, me quede con bastantes ganas de cogerme uno para probarlos. Después de todo esto, ya cogimos el coche para volvernos a Zaragoza.